El gaélico antiguo “hai que ir indo” evolucionó en el actual “marcho, que teño que marchar”. Esta manera de despedirse encapsula la esencia misma del carácter gallego. Es directo, transparente y sincero; no hay lugar para rodeos ni ambigüedades. Pero al mismo tiempo, es determinista y enigmático, dejando a su interlocutor con una sonrisa intrigada.
La retranca, ese ingenio característico de los gallegos, se hace presente incluso en las despedidas. Es como si dijeran: “Sí, me voy, pero ¿realmente me voy? ¿O tal vez estoy dejando la puerta abierta para que continúe la conversación?” Es un gesto diplomático, que muestra respeto al dar por finalizado el encuentro, pero también abre la posibilidad de seguir conectados de alguna manera.
Entonces, ¿por qué despedirse “a la francesa” con formalidades vacías cuando puedes despedirte “a la gallega”, con autenticidad, encanto y un toque de misterio que deja una impresión duradera? Es una pequeña muestra del encanto único de la cultura gallega, donde cada palabra y gesto tiene su propia historia que contar.
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• Algodón 100% hilado en anillos • 153 g/m² (4,5 oz/yd²) • Tapeta de hombro a hombro • Cuerpo con un cuarto de vuelta para evitar arrugas en el centro • Producto base procedente de Bangladés, Nicaragua, Honduras, República Dominicana, Haití o Guatemala
